Sucede que las estaciones se invierten en el hemisferio sur. Alcanzan su punto máximo en septiembre, cerca del final de invierno, y se derrite en su punto más bajo en febrero o marzo, es decir, cuando finaliza el verano.
A pesar de que el cambio climático ayuda a que se derritan los glaciares de la Antártida, ayudó que entre 2007 y 2016 creció el hielo marino en esa zona.
El investigador del hielo marino de la Universidad Monash de Australia, Ariaan Purich, expresó: “El mensaje clave aquí es que, para proteger estas partes congeladas del mundo que son muy importantes por una gran cantidad de razones, realmente necesitamos reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero”.