La jueza María Eugenia Capuchetti determinó ayer que el atentado contra la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner fue el “capítulo final” de un plan delictivo que había sido acordado, diseñado y estudiado por Brenda Uliarte y Fernando Sabag Montiel, quienes fueron procesados con prisión preventiva como coautores de tentativa de homicidio calificado.
Según fuentes judiciales, las conclusiones de Capuchetti surgen de la información recabada en los teléfonos secuestrados a los detenidos, que confirma que para el 22 de abril de este año Uliarte ya había adquirido la pistola con la que Sabag Montiel intentó disparar contra la vicepresidenta.
Los mensajes
“Si tengo un fierro lo compre porque mi ex está jede”, le confió Uliarte a un contacto identificado como “Serena” el 22 de abril. Ese mismo día le aseguró a otro número, identificado como “Fran”: “Es mío el fierro. Lo compré para asustar a un ex que bardeó. Se burló de mi hijo”.
El 4 de julio, Uliarte se comunicó con “Amor de mi vida”, un contacto que resultó ser la también detenida Agustina Díaz: “Voy con el fierro y le pego un tiro a Cristina. Me dan los ovarios para hacerlo. El tema es cómo, porque la vieja tiene seguridad”, afirmó.
El 23 de agosto, Uliarte y Sabag Montiel conversaron respecto de la posibilidad de alquilar un departamento en Recoleta. “Alto depto ese de Recoleta amore, si vieras donde vive Cristina entendes, Cristina vive en Recoleta, estamos re cerca de la mina. La podemos hacer pija, eh…”, escribió la joven.
“La onda es que metas el corchazo y te escapes”, le escribió la joven a Sabag Montiel el 27 de agosto, día en el que el hombre se acercó hasta el domicilio de la vicepresidenta.