Según los presentes, el hombre habría tenido un “ataque de celos” tras acusar a la víctima de “comportarse de forma incorrecta” al observarla conversando con un hombre.
El vínculo entre ambos inició por correspondencia. Dolgikh se encontraba en prisión, condenado por robo y homicidio. Sin embargo, el hombre salió en libertad y la relación continuó hasta que ella le propuso casamiento a él.
Tras dar el “sí”, el hombre observó a su nueva esposa conversando con uno de los invitados. Fue ahí que, tal como indican los presentes, Dolgikh empezó a darle puñetazos y patadas fuera de la vivienda donde se llevaba adelante una reunión post casamiento.
“La agarró por el pelo, la golpeó y la empujó a la calle, donde también siguió golpeando su cuerpo y su cabeza”, relató Kirill Petrushin, detective regional superior del Comité de Investigación ruso.
Poludentseva, que era madre de una niña, murió en el lugar a los pocos minutos a raíz de los fuertes golpes de su marido.
Los presentes que pudieron observar lo que sucedía pero la agresión llegó a tal nivel que no se animaron a intervenir de forma personal y se limitaron a dar aviso a las autoridades policiales. Al llegar, los agentes de la Guardia Nacional rusa arrestaron de inmediato al agresor que, como si fuese poco, admitió penalmente su culpabilidad y no mostró arrepentimiento alguno.
“La golpeó durante mucho tiempo, frente a testigos, y golpeó sus órganos vitales, en el torso y la cabeza. Admitió completamente su culpabilidad durante la investigación”, añadió el detective Petrushin.
“En un estado de intoxicación alcohólica, debido a los celos, desarrolló una actitud hostil hacia su esposa. El hombre tenía condenas previas por asesinato y robo, pero la mujer fallecida conocía sus antecedentes penales. Ella no pensó que mientras bebía alcohol o simplemente en un ataque de ira, una persona como ésta podría sobrepasar el límite y cometer un delito grave”, agregó el investigador en declaraciones a a la agencia de noticias NGS.