Los radatilenses Juan Martín “Tinti” Escobar y Guillermo Casamayú iniciaron el proyecto «Correcaminos, Patagonia – Alaska” en el año 2013, en el cual decidieron construir una aeronave experimental en el aeroclub de Comodoro Rivadavia para volar desde Ushuaia a Alaska.
En la noche de ayer, los viajeros terminaron con una gran parte del proyecto al aterrizar nuevamente en la Patagonia y terminar con la hazaña de unir estas dos partes del mundo.
La aeronave fue construida en las instalaciones del Aeroclub de Comodoro Rivadavia con la particularidad de que tenía incorporados sensores en las alas para captar en tiempo real la concentración del carbono negro durante la travesía. Proporcionando información científica valiosa en contra de la contaminación atmosférica.
Juan Martín “Tinti” Escobar dialogó con los medios en su regreso y expresó: «El proyecto empezó hace mucho tiempo, lleva fácil 8 años, con el armado del avión, la planificación del viaje y con soñar un poquito».
«Fue creciendo a lo largo del tiempo. Comenzó con la idea de construir un avión para viajar por Chubut, por la Patagonia, para recorrer la cordillera. Ese fue el objetivo inicial. Después se nos ocurrió recorrer toda la argentina, y al conocer diferentes viajeros, nos fueron inspirando a hacer esto. Veíamos que iban de un lugar a otro felices y eso nos fue inspirando» señaló.
«Ver diferentes personas viajando en diferentes medios, y el objetivo es viajar, te llena el espíritu. Conocer gente , otra formas de ver el mundo, es espectacular».
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Por otro lado, también mencionó que a pesar de las dificultades, el proyecto siempre siguió adelante. «Por la pandemia se retrasó, tuvimos un problema con un motor que nos atrasó pero nunca dejamos de seguir para adelante y mantener el objetivo. Es una de las cosas positivas que rescatamos de la construcción de este avión fue mantener las ganas y la idea lo largo del tiempo» expresó el viajero.
Asimismo, destacó el objetivo ambiental del proyecto por sobre todas las cosas: «Esto hizo que nos relacionemos con gente de todos los países. Una de las cosas que nos motivó, mas allá de la diversión y el desafío aeronáutico, fue la oportunidad de cargar este avión con un aparato que nos permita medir la atmósfera y el cambio climático. Ahora queda la segunda etapa, analizar los datos, que están abiertos a toda la comunidad científica».
Por último dijo «Una de las mayores dificultades fue al principio, reunir todas estas cosas, bajar de la idea a algo concreto, volar el avión, traer equipo, es mucho papelerío, mucha logística y es muy difícil», concluyó.