Según informó el Indec, la inflación de mayo fue de 5,1% y llegó al 60,7% en los últimos 12 meses. En lo que va del 2022, la suba de precios acumulada alcanzó el 29,3 por ciento.
En términos interanuales, que los precios hayan trepado un 60,7 % marca un nuevo récord de los últimos 30 años. Es la cifra más alta desde 1992.
Si bien el IPC del quinto mes del año volvió a mostrar un ritmo de suba de precios mensual muy alto, marcó el segundo mes de desaceleración del ritmo de precios desde el pico que marcó el 6,7% de marzo y el 6% de abril. La inflación acumulada en los últimos doce meses se mantiene, de todas formas, en terrenos de máximos en tres décadas.
El Gobierno espera que en la segunda mitad del año la inflación recorra un camino de desaceleración más o menos marcado, aunque con un equilibrio delicado de variables macro, como un dólar sin mayores volatilidades o una expansión por fuera de lo previsto en la emisión de pesos y en la aceleración del gasto público.
En los próximos días el Ministerio de Economía actualizará la proyección de inflación anual que había acordado con el FMI. Como tope, habían calculado un 48% anual, pero esa pauta quedó completamente vetusta tras la variación de los índices del primer cuatrimestre.
El Gobierno ahora no espera una tasa menor al 60% anual para el cierre de 2022 en un escenario optimista y un recálculo de esa cifra deberá estar más cerca de ese nivel.
Esa nueva cifra quedará cristalizada en el decreto que actualizará las partidas presupuestarias, algo en lo que el Palacio de Hacienda trabajaba en las últimas horas con la intención de publicarlo en el Boletín Oficial esta semana.
Una tesis que sobrevuela un sector del equipo económico es que pasado el impacto más marcado de la crisis de precios internacionales por la tensión bélica, la inflación debería retornar a un nivel mensual de entre 3 y 4 por ciento, como lo fue, por ejemplo, diciembre y enero (3,8% y 3,9%, respectivamente).
En el Poder Ejecutivo confían en el programa macroeconómico que firmaron con el FMI como sendero para establecer condiciones de desaceleración inflacionaria, pero aseguran que ese efecto todavía no tiene lugar porque “es muy nuevo”. La esperanza del ministro de Economía es que habría en los meses siguientes, ya sin una presión -según esperan- tan pronunciada del frente inflacionario externo, una tendencia de desaceleración, por lo que la peor parte del impacto en los precios ya debería haber sucedido.
Según sostiene el jefe del Palacio de Hacienda, hay una serie de medidas que “preparan el terreno” para una menor presión inflacionaria. Las tres están relacionadas con el programa económico acordado con el Fondo Monetario Internacional: la reducción del déficit primario, el recorte de la emisión monetaria y la acumulación de reservas.
Según el Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que realiza cada mes el Banco Central, las proyecciones de inflación para 2022 se dispararon y los consultores esperan para el año un alza del 72,6 por ciento.
Con respecto a las mediciones esperadas para los próximos meses, las proyecciones también fueron pesimistas: entre mayo y octubre próximo se esperan subas de entre 0,3 y 0,8 puntos porcentuales por encima de la encuesta del mes pasado. Para mayo, cuyo índice se conocerá el próximo 14 de junio, los analistas esperan un 5,2% contra un 4,4% que esperaban el mes anterior. Para la inflación de junio, ocurre lo mismo: pronostican un 5% frente a 4,2% del REM pasado.