Pablo Miguel Ruiz y Mario Alberto Gómez fueron condenados a 12 años de prisión, inhabilitación absoluta y perpetua para ejercer cualquier cargo público y para tareas de seguridad privada como autores de la desaparición forzada de Iván Eladio Torres en Comodoro. Ambos habían sido absueltos en el primer juicio oral y público por el resonante caso.
Hasta que la sentencia quede firme están obligados a presentarse semanalmente ante la Policía Federal y no podrán salir de Chubut. Además, Jefatura deberá retirarles el arma reglamentaria. Una copia de la sentencia irá para la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Al fallo lo firmaron Luis Giménez, Ana María D`Alessio y Mario Reynaldi y la audiencia se concretó por Zoom.
La Cámara Federal de Casación Penal había ordenado realizar un nuevo juicio para tres policías que habían sido absueltos en el primer proceso: Ruiz, Gómez y Hernán Eliseo Leiva, que falleció. El trío iba en el patrullero de la Comisaría 1ª que detuvo y recogió a Torres la noche del 2 al 3 de octubre de 2003 en Comodoro.
Esa Cámara también confirmó las condenas de 12 años de prisión efectiva para Marcelo Miguel Alberto Chemín y de 15 años para Fabián Alcides Tillería, partícipes necesarios de la desaparición. Fueron absueltos Nicolás Alfredo Fajardo, Sergio Omar Thiers y Sebastián Florentino Sifuentes.
En sus últimas palabras antes del fallo, Ruiz aseguró que “durante 18 estuve escuchando esta falsa acusación. Nuestra conducta es intachable antes, durante y después de este hecho. Nosotros jamás hicimos nada malo”.
El policía aseguró que “si hubiera visto algo irregular lo hubiese denunciado inmediatamente. En una oportunidad vi algo que no correspondía cuando un médico policial entrego unos certificados médicos en la Seccional, sin haberlos examinado a las personas detenidas e inmediatamente, lo denuncio al Ministerio Público Fiscal”.
“Hablar de mí se me hace difícil, soy una persona de bien, un padre de familia, casado hace 17 años con mi esposa, tengo un hijo de 16 años y una hija de 9 años, soy una persona buena, honesta con altos valores morales, dedicado al trabajo”, dijo.
El condenado advirtió que “ya estamos agotados con tantas cosas que se han dicho, es durísimo atravesar estos momentos de angustia, el debilitamiento del cuerpo, que el estómago se ponga duro. No tuvimos participación en el hecho”.
“Quiero vivir de lo mucho o poco de la vida que me queda en paz, no con una mochila de una falsa acusación, injusta, perversa, porque nosotros no tuvimos nada que ver –afirmó Ruiz-. Dios quiera que se termine esto y gracias por el trato hacia nosotros”.
También se le concedió la palabra a Gómez: “Quisiera repetir casi lo mismo que dijo mi compañero, hace 18 años que vivimos y cargamos con esto. Una cosa que nunca hicimos, siempre nos declaramos inocentes de todo lo que se nos acusa”.
Memoró que ya fueron enjuiciados y absueltos. “No encontraron de nosotros ningún tipo de conductas que nos comprometa en esta causa y esta es la tercera vez y seguiré insistiendo que soy inocente. Que siempre fui como funcionario policial una persona intachable, tengo mi legajo personal limpio, como en los antecedentes policiales, nunca tuve denuncia de ningún tipo, mucho menos por violencia, porque sé que el lugar que ocupo soy un funcionario policial, honesto y cada vez que me pongo el uniforme es un orgullo y estar al servicio de la gente”.
“Yo entré a la Policía para cuidar y salvar a la gente, y no para hacerla desaparecer y mucho menos para matarla y esto lo voy a decir siempre pase lo que pase: a la Policía entré con las manos limpias, y así me voy a retirar, porque ya estoy al fin de mi carrera, y no manchadas con sangre por gente inocente más allá de lo que pueda llegar a decir el fiscal”.
“Siempre dije que fui inocente –insistió- y lo voy a seguir diciendo porque eso fue lo que pasó esa noche, no pasó nada, fue una noche tranquila y tengo la conciencia tranquila. Cuando me voy a dormir me voy con la conciencia tranquila, yo sé que no hice nada malo y no tengo de que arrepentirme”.
“Hace 18 años que estoy cargando con estoy y es una mochila muy pesada. Por cuánto una persona que no hizo nada malo tiene que cargar con esto: que lo acusen judicialmente, que la misma gente nos condene porque desde que comenzó esta causa han hecho marchas poniendo carteles que éramos asesinos”.
Gómez tiene dos hijas. “Cuando eran chicas iban a la escuela y llegaban llorando a la casa preguntándome si había matado a alguien y eso me rompía el corazón, porque soy un ser humano como cualquier otro que tiene sentimientos y a causa de esto me agarró un ataque de presión que casi me muero y quedé con medio cuerpo paralizado. Estuve como 10 años para recuperarme, por una acusación falsa porque nunca nos pudieron comprobar nada”.
“Nos acusan por el hecho de ser policías, porque llevamos un uniforme puesto y hay mucha gente que odia a la Policía, eso está más que claro, pero elegimos este trabajo. Soy consciente de que hay buenos y malos policías pero yo y mi conciencia sé lo que soy y me considero un buen policía. Con esto padecí y sigo padeciendo porque no sé qué va a pasar conmigo”.
Según el efectivo, “lo que más me duele es que todos los días pienso que nunca hice nada malo como tampoco mis compañeros. Dos veces fuimos absueltos en esta causa, y volvemos a estar en estas condiciones, esta vez en el banquillo de los acusados, siendo acusados por el fiscal que no tiene pruebas contundentes. Pero son las reglas de juego. Lo único que quiero decir es que soy inocente de todo lo que se me acusa”.