Durante el año 2021, la investigadora del Instituto de Diversidad y Evolución Austral (IDEAus-
CONICET), Berenice Trovant, encontró ejemplares de la almeja Corbicula fluminea, conocida
también como almeja asiática, en el río Chubut. Se trata del registro más austral de esta
especie invasora que se encuentra distribuida en gran parte del planeta.
Poco tiempo después, Trovant se contactó con sus colegas Erica Giarratano y Rodrigo
Hernández Moresino, ambos del Centro para el Estudio de Sistemas Marinos (CESIMAR-
CONICET), para realizar estudios de esta especie y su relación con la calidad del agua y los
sedimentos del río Chubut, el más importante de la provincia y que abastece de agua potable a
la región. Las almejas para realizar el estudio se colectaron en el río Chubut en cercanías de la
ciudad de Trelew. En este caso particular, los especialistas se concentraron en estudiar
microplásticos, siete metales y un metaloide para determinar si la almeja asiática puede
servir como biomonitor de contaminación, tal como sucede en otros lugares del mundo.
Corbicula fluminea es originaria de Asia, África y Australia y se estima que llegó al Río de la
Plata en 1979 en el agua de lastre de los buques o como carnada viva para la pesca. Vive
generalmente enterrada hasta 10 centímetros en fondos blandos de arena, grava o arcilla y
puede asentarse sobre estructuras artificiales como tubos o filtros industriales. Además, tolera
un amplio rango de temperatura que va de los 2 a los 36 °C.
“Nosotros queríamos ver si esta especie podía ser útil para monitorear la calidad de los
sedimentos ya que vive enterrada y, a su vez, del agua que está por encima porque esta
especie tiene la capacidad de filtrar la misma para obtener el alimento. Evaluamos metales
esenciales para el metabolismo del organismo como el cobre, manganeso, níquel y zinc, y
otros no esenciales, como el cadmio, el cromo, el plomo y el arsénico. Dentro de éstos últimos,
sólo encontramos arsénico. Debido a esto es que no recomiendamos consumir la almeja
asiática, tal como ocurre con otras especies en época de Marea Roja”, explica Giarratano,
integrante del Laboratorio de Química Ambiental y Ecotoxicología (LAQUIAE) perteneciente al
CESIMAR.
En el caso del arsénico, si bien no hay datos anteriores del río Chubut para contrastar, la
científica explica que se trata de un problema natural a nivel país, ya que hay mucha cantidad
de este metaloide en aguas subterráneas procedente de las rocas: “Particularmente, no hay un
aporte al río Chubut desde una fuente antrópica de contaminación conocida. La hipótesis que
manejamos es que vendría desde los sedimentos y las cenizas volcánicas procedentes de la
región andina. Pero se requieren estudios posteriores para poder confirmarlo”, señala
Giarratano. De todas maneras, la investigadora aclaró que “nos parece importante resaltar,
para la tranquilidad de todos los chubutenses que tomamos agua potable que proviene del Río
Chubut, que el nivel de arsénico en el agua del río dio no detectable, lo que refuerza la
hipótesis que el arsénico estaría en los sedimentos”.
En cuanto a los microplásticos, los más encontrados fueron fibras de PET transparente y fibras
de algodón teñidas, posiblemente procedentes de redes y líneas de pesca y del lavado de ropa,
respectivamente. “En este caso contábamos con un estudio previo publicado en el 2022,
donde estudiamos microplásticos en el agua y el sedimento del río. Pudimos comparar los
resultados de la almeja con los datos previos y observamos que los microplásticos eran muy
similares a los que se habían encontrado principalmente en el sedimento en cuanto a forma,
tipo de material, tamaño y color”, completa Giarratano.
La abundancia de microplásticos en las almejas asiáticas del río Chubut, según el estudio,
indicaría un nivel de bajo a moderado. Esto está en línea con la conclusión de otro trabajo de la
misma investigadora, al comparar las concentraciones de microplásticos en sedimentos y agua
del mismo río con otros estudios a nivel mundial.
De esta manera, los especialistas aseguran que la extendida almeja asiática podría servir
como un biomonitor útil para evaluar cambios en la calidad ambiental de sistemas
estuariales y dulce-acuícolas como el río. “Estudiar y monitorear la bioacumulación de
microplásticos y elementos como el arsénico en bivalvos es crucial para evaluar el riesgo
potencial para el ecosistema así como para la salud humana a través del consumo”, expresan
los autores.
Más allá de su utilidad como biomonitor del río, la almeja asiática, como especie invasora,
produce gran cantidad de perjuicios, no solo a la biodiversidad. “Corbicula fluminea reduce la
abundancia del fitoplancton, alterando la cadena alimenticia. También, tanto los individuos
vivos como las valvas vacías se pueden acumular en los filtros y tuberías, afectando el
funcionamiento de represas, centrales hidroeléctricas y plantas potabilizadoras de agua”,
finaliza Berenice Trovant.