A continuación, Allende le disparó en la cabeza a Saravia y la asesinó, según relataron las fuentes.
Tras cometer el femicidio, el hombre huyó hacia la zona del ex «Arsenal Miguel de Azcuénaga» – donde funcionó un centro clandestino de detención, tortura y exterminio durante la última dictadura cívico-militar – y se suicidó con el mismo arma con la que había asesinado a Saravia.
Según señalaron los voceros, Allende tenía siete denuncias previas por violencia de género, a la vez que pesaba sobre él una orden de restricción de acercamiento a la mujer asesinada.
Intervino en el hecho la Unidad Especializada de Homicidios I, a cargo del fiscal Ignacio López Bustos, mientras que el Equipo Científico de Investigaciones Fiscales (ECIF) junto a las divisiones de Criminalística, Química Legal y Medicina Forense realizaron las pericias correspondientes en el lugar.
Al respecto, las fuentes indicaron que el ECIF recolectó tres vainas servidas en la escena del crimen, a la vez que se secuestró el arma utilizada.