Cuando se revisó la celda 115 habitada por dos presos descubrieron un socavón practicado en el piso de dimensiones importantes: 1,50 metros de largo por 0,50 de ancho. Debajo hallaron tres teléfonos celulares y un orificio que comunicaba con la celda 116 habitada por otros dos internos, y que comunicaba con la siguiente: la 117, ésta última actualmente deshabitada.
Los cuatro internos habitantes de esas celdas fueron separados rápidamente del pabellón I de la Unidad II cárcel de Las Flores. Lo que siguió fue un detallado relevamiento que realizó el personal de oficiales y de suboficiales penitenciarios, que además de las roturas descubiertas, establecieron que esa punta del pabellón I automáticamente hubiera puesto a una cantidad de internos indeterminada muy cerca del paredón oeste que da a metros de la avenida Cafferata para una probable fuga masiva de presos, que quedó total y completamente abortada.