El encuentro de los mandatarios (el número 60 desde la creación del bloque) es esperado con expectativa singular por la coyuntura interna del bloque y por la externa derivada de los coletazos de la pandemia de coronavirus y del conflicto bélico en Ucrania que no parece tener una resolución próxima.
«El Mercosur vivió muchas crisis y tensiones, pero el bloque nunca tuvo que atravesar una pandemia ni una guerra europea que afecta las exportaciones de la región y genera inflación», dijo a Télam un conocedor de las relaciones diplomáticas quien destacó, sin embargo, que en ese contexto, «se logró el récord de comercio entre sus miembros».
Sin embargo, la última semana los preparativos para la cumbre sintieron el impacto del anuncio realizado por el presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, quién dio a conocer avances las negociaciones para un tratado de libre comercio con Beijing, contraviniendo los estatutos del Mercosur.
Al respecto, Argentina sostiene que Montevideo, en realidad, avanzó en un estudio preliminar de factibilidad que luego deberá ser tratado e internalizado por todos los países miembros.
Las divergencias entre ambos países se vienen manifestando desde hace varios meses y los presidentes Fernández y Lacalle han protagonizado cruces discursivos en anteriores reuniones del bloque.
Pero en esta ocasión, a los reclamos argentinos se sumaron señalamientos paraguayos: el viceministro de Relaciones Económicas e Integración de ese país, Raúl Cano, afirmó que los anuncios de Montevideo generaron «alguna incomodidad» y se plegó a la posición argentina que señala la necesidad de «consenso» para avanzar en tratados comerciales.
«Nosotros tomamos nota de la comunicación que hizo Uruguay y estamos en etapa de evaluación interna. No obstante, hoy podemos decir que reivindicamos la letra y el espíritu de los textos fundacionales del Mercosur, particularmente el Tratado de Asunción y el Protocolo Ouro Preto, que dice que el proceso de toma de determinación es por consenso y que en las negociaciones externas deben estar presentes todos los estados partes», remarcó Cano.
Aunque el diálogo entre las partes se mantiene abierto, durante la tarde del viernes fuentes oficiales daban por casi descartado que el canciller Cafiero pudiera viajar el próximo lunes para reunirse con su par uruguayo, Francisco Bustillo, tal como había trascendido en versiones periodísticas.
Por otra parte, la cita en Paraguay fue diseñada como el retorno a las reuniones presenciales de mandatarios luego de la virtualidad impuesta por la pandemia que se inició en marzo de 2020: el último cara a cara entre los jefes de estado fue en diciembre de 2019, cuando Mauricio Macri aún era presidente.
Sin embargo, en las últimas horas, el brasileño Jair Bolsonaro anunció que desistía de participar presencialmente, lo que generó especulaciones en los ámbitos diplomáticos sobre la posibilidad de un nuevo encuentro a distancia.
«Dije que no voy a ir. En política, puedes dar marcha atrás en algunas cosas, pero mi decisión hasta ahora es no ir al Mercosur, a pesar del llamado de (Mario) Abdo», presidente de Paraguay, dijo el brasileño esta semana en una entrevista a la CNN.
Fuentes oficiales consultadas por Télam aseguraron que la ausencia de Bolsonaro «no tiene que ver con Argentina y probablemente esté asociada a su preocupación por las próximas elecciones en su país y a la relativa o nula importancia que él le otorga al debate sobre el TLC uruguayo».
En ese sentido, desde el Palacio San Martín explicaron que la relación con Brasilia pasa por un «buen clima comercial y político». Todo indica que hubo una distensión bilateral que se consolidó por la buena relación entre los cancilleres Cafiero y Carlos França, que se suman al «gran trabajo» de Daniel Scioli como embajador, según señalaron las fuentes.